domingo, 26 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (IV)

Manolo Armillita, Jesús Solórzano y Curro Rivera abren los caminos a una nueva etapa de la fiesta en México

Aunque la venta se formalizó hasta agosto de 1970, la Plaza de Toros San Marcos había sido adquirida en propiedad por don Guillermo González Muñoz desde mediados del año anterior, poco después de concluir la Feria de San Marcos, una vez que concluyó el contrato de arrendamiento que tenía celebrado don Jesús Ramírez Alonso, el empresario de la misma. A partir de esa adquisición, se anunció la reconstitución de la forma de llevar los asuntos del coso de la calle de la Democracia y que sería el nombrado don Guillermo González el empresario, con el conocido taurino Héctor de Granada como gerente de la nueva empresa.

La primera corrida de toros que ofrecería esa nueva organización empresarial, se programó para el domingo 23 de noviembre de 1969, fecha en la que reaparecería uno de los triunfadores de la reciente feria de abril y se presentarían como matadores de toros en su ruedo, dos conocidos de la afición, Jesús Solórzano y Curro Rivera, quienes como novilleros tuvieron tardes exitosas en años anteriores, pero regresaban por primera ocasión como matadores de alternativa.

La terna enfrentaría un encierro del ingeniero Mariano Ramírez, mismo que, por lo que se venía anunciando en la prensa local desde días antes, tenía una presencia impecable. Escribió Everardo Brand Partida, redactor de la fuente taurina del diario El Sol del Centro, en la edición de la víspera del festejo:

Una multitud se congregó para presenciar el desencajonamiento de los toros, y ¡vaya!, causaron admiración, ya que nunca antes un ganadero había enviado un encierro semejante. La pinta de los astados, como ya señalábamos en líneas anteriores, son cárdenos, todos bien armados, de preciosa lámina y, con más de 500 kilos. El encierro deja complacido al aficionado más exigente… Desde que el público admiró los seis bureles en los corrales, ha cundido el entusiasmo entre los aficionados, que olfatean una gran tarde de toros...

En la misma nota, Brand Partida hacía notar que quizás el clima frío que se presentaba sobre nuestra ciudad en esas fechas, podría desanimar a los aficionados a asistir a la plaza al día siguiente, pero recalcaba que, la excelente presencia de los toros del ingeniero Mariano Ramírez, superaba cualquier inclemencia climática que pudiera presentarse.

Decía hace unas líneas que Manolo Espinosa Armillita reaparecía después de ser uno de los triunfadores de la Feria de San Marcos, y es que el 25 de abril anterior, en tarde en la que alternó con Jaime Rangel y Manolo Martínez, le cortó las dos orejas al sexto de la corrida de Jesús Cabrera que se corrió ese día, alzándose como el mejor de esa tarde; por otra parte, Curro Rivera, llegaba con el impulso de ser el ganador del Estoque de Oro, disputado en la Plaza México, al cortarle el rabo al toro Soy de Seda de Piedras Negras, el primero de su carrera, el 24 de abril anterior; y, por su parte, Jesús Solórzano, que si bien no se presentó en la capital, en fechas cercanas a esta corrida, tuvo un par de resonantes triunfos en Mérida.

El día del festejo, en el mismo diario El Sol del Centro, apareció publicada una entrevista realizada por el citado Everardo Brand Partida a Curro Rivera, quien, entre otras cosas, declaró:

De mi toreo mucho se ha hablado – comentó el joven diestro potosino – algunos lo han catalogado como sicodélico, ¡pero hombre!, está muy lejos de serlo. Yo lo considero un toreo con inspiración y que va de acuerdo con la época, que sin duda será del agrado de la afición hidrocálida... Aquí ya me han visto torear, pero como novillero – agregó Curro – y de entonces acá, han transcurrido muchos meses, y creo que he madurado mucho... Desde mi presentación en Aguascalientes recibí el respaldo de la afición y confió tenerlo de nuevo hoy y todas las tardes en que actúe ante ella... Vi la corrida esta tarde en los corrales, y ni que decir de ella. Está en peso, con presencia, su pinta es preciosa y creo que me daré gusto toreando para deleite del público...

Así, entonces, ese era el ambiente previo a la primera corrida de toros que ofrecía la nueva empresa dirigida por don Guillermo González Muñoz y que, en alguna medida, representaba el inicio de un cambio de rumbo en las cosas de los toros en este país.

Una tarde redonda, de triunfo

Todo salió bien ese domingo 23 de septiembre de hace 56 años. El clima mejoró, la plaza se llenó y los toreros dieron lo mejor de sí para el gozo de la afición. Quedaron para la memoria dos faenas, la de Jesús Solórzano a Piel de Plata y la de Curro Rivera a Pitero. Por su parte, Manolo Armillita cargó con el lote más flojo de la corrida, pero, aun así, dejó constancia de ser un torero que, como lo había dejado constante en la recién concluida temporada de la capital, tenía maneras para volar muy alto.

El Sol del Centro 24/11/1969

Jesús Solórzano y Piel de Plata

El quinto de la corrida fue, quizás, el momento en el que se vivieron los momentos en los que se tuvo más oportunidad de apreciar el toreo artístico. Y es que, lo que un lustro antes había barruntado aquí en una histórica novillada el hijo del Rey del Temple, en este domingo lo llevó a una expresión altísima. Así lo contó en su tribuna de El Sol del Centro, don Jesús Gómez Medina:

Fue durante la faena del quinto, el nobilísimo “Piel de Plata”, que brotó, impregnado de la autenticidad de la solera moreliana, el arte de Solórzano. Pues, sí en el primer tercio había aquel asomado en las verónicas a compás abierto y en la media, trazada con el desmayado ritmo de la de “Redactor”; fue en la etapa postrera cuando Chucho Solórzano revitalizó en sus manos jóvenes las clásicas formas del toreo moreliano que brotó entonces de su muleta, límpido, elegante, con una calidad y un acento que ha tiempo que no paladeábamos. Con una clase y un ritmo de auténtica aristocracia. Con empaque y solera. Con torerismo, en suma... “Piel de Plata”, docilísimo, aunque apurado de facultades, colaboraba al éxito, que llegó a su culminación cuando Chucho sepultó casi todo el acero, un tanto desprendido. Gran ovación. La música, que actúa con estruendo. Las dos orejas y el rabo del noble “Piel de Plata”. Y las vueltas al ruedo, múltiples, acompañado Solórzano del ganadero, de sus alternantes, del empresario Guillermo González... Triunfo total, en suma...

Esta tarde nació una relación profunda entre Jesús Solórzano con nuestras plazas, en las que realizó, sin duda, faenas importantes, tardes que tienen nombre propio, el nombre de los toros que inmortalizó, entre ellos Artista, Poeta, Príncipe o Pinocho, faenas que le refrendaron siempre como un gran artista de los ruedos.

Curro Rivera y Pitero

El toreo fresco y con un aire más moderno de Curro Rivera se dejó ver con el que, de acuerdo con el juicio de don Jesús Gómez Medina, fue el mejor toro de la corrida y ante él, nos dice el cronista, que el torero de San Luis estuvo así:

“Pitero”, el tercero, fue como el resto el encierro, bravo y noble. Pero tuvo más fuerza que los demás. Por ello lo que con él hizo Currito, tuvo un diapasón más prolongado, más intenso. Todo comenzó en los lances iniciales, realizados en varias formas: a pie junto o abierto el compás, cuando no llevando el engaño a media altura, para terminar con una revolera que fue un estallido de color, un grito de euforia en el pardear del crepúsculo... El de don Mariano Ramírez, como bravo, se durmió bajo el peto, para que luego Rivera mandileara con exactitud en su quite... Brindó Curro a Fabián Ruiz, de nuevo en pie de guerra tras de su última odisea. Inició su labor toreando por alto; remató con uno de pecho, larguísimo, y, hecho esto, en los medios trazó una serie de pases con la derecha que, por su sabor, por su hondura, por el temple, la longitud y el mando, pusieron de pie a los espectadores. Y por ese tenor prosiguió el trasteo; mezclando armónicamente el severo trazo del arte de Ronda con las alegrías y florituras del que se originó en Sevilla. ¡Una sucesión de estampas restallantes de color y torerismo! Y, para concluir, el estoconazo, al volapié limpio. Ovación estruendosa. Los apéndices del estupendo “Pitero”. Las vueltas al ruedo, en pleno triunfo. Triunfo que fue también para don Mariano Ramírez, cuyos astados fueron materia prima para el éxito del festejo...

También el toreo cascabelero, impetuoso – como lo calificó el cronista – llega a los tendidos, sobre todo, cuando tiene hondura. Y en el caso de Curro Rivera, la hondura en el trazo siempre fue una de sus signaturas. Por esa razón fue que pudo aprovechar a cabalidad al mejor toro de la tarde y cortarle también las orejas y el rabo.

Manolo Espinosa Armillita

Sacar adelante una tarde ante toros que tienen complicaciones requiere tener el oficio bien aprendido. Pero si además de tirar de ese oficio, se tiene la inteligencia para aprovechar las pocas bondades de esos toros complicados y hacerles algunas fiestas, la cosa se pone mejor. Refiere el cronista citado:

“Garambullo”, el primero del sexteto de cárdenos fue de magnífico estilo, noble hasta la saciedad; pero parco de energías como sus congéneres. Y Manolo Espinosa, que lo había toreado parcamente, sosamente, en el trance final superó lo antes hecho para realizar una faena toda quietud, serenidad, temple y señorío, que iniciada con pases por alto, prosiguió con series de derechazos y de toreo izquierdista, yendo a más en ajuste y ritmo; pisando el terreno del socio, cuando el dosificado caudal de fuerza del astado lo hizo necesario; intercalando remates y adornos y concluyendo don un pinchazo en lo duro y media estocada tendida que tardó en surtir efectos. Ovación final. La vuelta al ruedo y un apéndice de “Garambullo” otorgado por la autoridad y protestado por los “ersigentes”...

El segundo de su lote, además de falto de fuerza, estaba reparado de la vista, así que más que justificado estaba el tirar por la calle de en medio y quitárselo de encima con brevedad.

En resumen

El mejor sumario de lo que sucedió esa tarde fue lo que planteó don Jesús Gómez Medina como introito de su crónica:

En el marco apacible de un atardecer de otoño y sobre el amarillo mate del ruedo, perfiláronse las siluetas de los triunfadores... Eran éstos de los incluidos en las recientes promociones de matadores de toros. Toreros que, por su juventud, representan y personifican el futuro – una buena parte del futuro – de la fiesta brava en nuestro país... Toreros en quienes la ambición todavía insatisfecha, aún latente, permite prever la consecución de nuevas y mejores victorias, de nuevos y más sólidos éxitos... Y era también la figura de un ganadero, de uno de entre varios ganaderos que, en México, a la vuelta de esfuerzos sin tasa, con paciencia sin límites, con cuidados rayanos en la exquisitez, han logrado clarificar y perpetuar las características - las cualidades - del toro de lidia... Era, en suma, dicha escena, trasunto y compendio de una jornada de cuya brillantez, y de cuyos logros tendrá que hablarse durante mucho tiempo: ¡la tarde de los cárdenos del ingeniero Mariano Ramírez! ¡La tarde en la que con “Piel de Plata”, Chucho Solórzano refrendó su derecho a representar a la real casa taurina moreliana! ¡La tarde aquella en la que Currito Rivera, hizo de la lidia de “Pitero”, una admirable síntesis de hondura, torerismo y alegría! … La tarde, en suma, en la que Manolo Espinosa, pese a haber navegado con viendo menos propicios, encontró en su acervo taurino los recursos requeridos para ser un digno alternante del vástago del “Rey del Temple” y del cachorro de Fermín II, Que no en balde es él mismo, retoño del Coloso de Saltillo...

Así pues, como antes decía, la tarde daba ya un apunte de que las cosas de los toros en este país iban a tomar una nueva dirección. Se venía un relevo generacional y tres de sus actores, aquí, ese día, expusieron su declaración de intenciones.

domingo, 19 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (III)

Nuestra ciudad festeja sus primeros 425 años con un lujoso festival taurino

El 22 de octubre de 1575 se autorizó la Cédula de Fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, lo que hoy es la ciudad de Aguascalientes. El asentamiento humano en el lugar es de data anterior y los historiadores y los paleógrafos cuestionan si el texto del documento se refiere a Nuestra Señora de la Asunción o de la Ascensión, pero a estas alturas de la historia, la primera advocación es la que se ha quedado en el imaginario colectivo y en los anales escritos con posterioridad.

En el año de 1975 se festejaron los primeros 400 años de la expedición de tal cédula y es a partir de entonces que se conmemora anualmente tal aniversario y que como parte de esas conmemoraciones o celebraciones, se llevan a cabo festejos taurinos en fechas que, históricamente, no eran frecuentes en nuestro Aguascalientes, porque como ya lo había apuntado anteriormente, los toros de nuestro otoño, se daban normalmente en los alrededores del veinte de noviembre, para conmemorar el inicio de la Revolución de 1910.

En el año 2000, Aguascalientes celebraba 425 años de la expedición del documento que la tenía por jurídicamente fundada y en la arista taurina, se programaron dos festejos, un festival taurino benéfico que se verificaría precisamente el día del aniversario y una corrida de toros que se llevaría a cabo el domingo 29 de octubre siguiente.

Los prolegómenos de un festival

El entonces alcalde de la ciudad Luis Armando Reynoso Femat anunció a los medios que para celebrar ese 425 Aniversario de la fundación de nuestra ciudad, el domingo 22 de octubre se celebraría un rumboso festival taurino hispano mexicano, a beneficio del Fondo de Combate a la Pobreza, en el que actuarían los diestros retirados Manolo Espinosa Armillita, Dámaso González, Mariano Ramos, José Ortega Cano, Guillermo Capetillo y Jesulín de Ubrique, quienes enfrentarían un encierro de El Colmenar, propiedad del ingeniero Gerardo Martínez Ancira.

Algunas críticas surgieron en la prensa, por no incluirse en el cartel a alguno de los diestros locales para completar el cartel, pero el mismo al menos en el papel, resultaba redondo. El jueves anterior al festejo, se llevó a cabo una conferencia de prensa en la que estuvieron presentes los toreros actuantes, misma en la que Ortega Cano, el más conocido de la afición local, entre otras cosas dijo:

Recuerdo en una tarde, precisamente en el hotel Francia, cuando me desvestía después de haber actuado, que me llaman a la puerta, y eran nada más y nada menos que “Calesero”, Rafael Rodríguez y Silverio Pérez. Al abrir la puerta me saludaron y me dijeron que el motivo de su visita era para darme la enhorabuena, para decirme que era un torero muy del gusto de ellos, y ahora lo recuerdo como un gran gesto que nunca olvidaré...

Por su parte, Manolo Espinosa Armillita, al hacer uso de la palabra, dijo lo siguiente:

No fue muy complicado confeccionar el cartel del festejo, conociendo la calidad moral de todos sus integrantes... la idea nació hace algún tiempo en una charla con el alcalde, quien me externó su inquietud de poner en práctica algo interesante, digno de la afición de Aguascalientes y a partir de esa idea, se ha trabajado con fuerza para cristalizar ese deseo... Por esa razón me puse en contacto con mis amigos en España y en México y de esa manera, paso a paso, se le fue dando forma al cartel, en el que también tomaré parte, lo que me tiene doblemente contento y satisfecho...

Dámaso González, quien era para nosotros la novedad en el cartel, volvía a México después de muchos años, y en su turno, manifestó entre otras cuestiones:

Lo más importante es el tratar de ayudar a los demás y jamás olvidarse de quienes están detrás de nosotros... Llego con mucha ilusión a la tarde del domingo, pues me presento en vuestra plaza precisamente en este festival, en el que vengo a disfrutar y si lo logro, seguramente también ustedes lo harán, que es lo más importante...

Creo que no está de más añadir que Ortega Cano vino en compañía de Rocío Jurado, su esposa, quien la misma noche de la conferencia de prensa, encabezó una gala en un salón de eventos, cuyas utilidades también fueron destinadas a los propósitos de ese Fondo de Combate a la Pobreza.

El resultado del festival

Los novillos de El Colmenar tuvieron en su mayoría poca fuerza y sacaron genio. Alguna de las crónicas incluso, señaló que:

Lo acertado hubiera sido haber adquirido un encierro que brindara mayor garantía, pero, sobre todo, de otro encaste menos «duro»...

A veces pareciera que los escribas se olvidan de aquel axioma atribuido a don Antonio Llaguno, en el sentido de que los toros carecen de palabra de honor, y por la otra parte, de que la existencia de otro encaste en este país, en ese momento, era casi una entelequia, pero, en fin, así estaba el patio.

Manolo Espinosa le cortó una oreja al primero del festejo. Un novillo escaso de fuerza y que, diría don Arturo Muñoz La Chicha, no tiraba un castañazo. Recuerdo que estuvo muy templado con la muleta. La crónica de Alejandro Hernández para el diario Heraldo de Aguascalientes, resalta lo siguiente:

…a la muleta acudió sin malas ideas, con poca fuerza, llevando la cabeza a media altura y sin desplazarse mucho. Por su parte, el primogénito del Maestro Armillita, muy entendido, se puso a tono logrando buenos pases sobre la diestra básicamente, toreando en un solo sitio. Muchos dividendos le produjo torear con la muleta atrasada. Mató de estocada entera y contraria, recibiendo la primera oreja del festejo...

Me llama la atención que Alejandro – ni tampoco los demás cronistas – consignara que, al salir de la suerte de matar, Manolo Armillita sufrió una profunda cortada en la mano derecha con el arpón de una banderilla. Se retiró a la enfermería y regresó con un abultado vendaje sobre ella, que le incomodó para ciertos lances de su tarea como director de lidia.

El otro triunfador de la tarde fue Mariano Ramos, quien ante la prenda soltada en tercer turno, se impuso y realizó una faena con su personal sello. Fue el único de los actuantes que tuvo el gesto de invitar a su alternante de turno, a hacer un quite. Sigue contando Alejandro Hernández:

A Mariano Ramos, el poderoso torero charro de La Viga, le correspondió un novillo gordo, al que saludó con verónicas y chicuelinas ajustadas que le fueron muy festejadas. Quitó Ortega Cano por sedeños lances que el público le coreó con fuerza. El novillo, picoso de más, llegó al tercio mortal con transmisión y acostándose por los dos lados, espiándole de continuo, frente al cual, el capitalino estuvo voluntarioso y valiente en momentos de éxito, al torear sobre la mano derecha. Mató de una estocada caída, escuchando gran ovación, recibiendo el premio de las orejas de su enemigo...

Habrá que apuntar que Mariano Ramos vistió orgullosamente esa tarde un precioso traje charro de media gala, color azul pizarra, distinguiéndose del conjunto de los que llevaban el traje campero andaluz que fueron la mayoría de los actuantes.

El gran final

Al tocar a matar al sexto, salió Manolo Armillita a anunciar un novillo de regalo, pero haciendo una señal rara, pues giraba el dedo índice, a manera de mezclar algo. Muchos entendimos que se trataba de un regalo en comandita y los más se quedaron un poco “in albis”, porque se trataba de algo que nunca había sucedido por estas tierras. Refiere el cronista del “Heraldo de Aguascalientes”:

...Antes de iniciar la faena de muleta, Manolo Armillita hizo el anuncio del regalo del sobrero que sería toreado por todos los diestros participantes, ante la algarabía de unos y el desconcierto de otros...

Un obsequio en esas condiciones tenía un antecedente casi inmediato. El 16 de mayo del año anterior, en Valladolid, España, se había cerrado un emotivo fin de semana en el que se homenajeó la memoria del torero de esa tierra: Fernando Domínguez, uno de los que con más pureza han ejecutado el toreo a la verónica. En el festival taurino celebrado ese día, en el que actuaron José Mari Manzanares, Niño de la Capea, Roberto Domínguez, Ortega Cano y Paco Ojeda, se regaló un séptimo novillo de José Luis Pereda, mismo que fue lidiado por todos los alternantes e incluso, picado por Paco Ojeda. El premio a su actuación, que las crónicas califican de redonda, fueron las orejas y el rabo – el novillo fue estoqueado por Domínguez – y al burel se le premió con la vuelta al ruedo.

Esa es la historia previa a la salida al ruedo de Hidrocálido de El Colmenar, que así se nombró al novillo de regalo que fue lidiado por los seis toreros anunciados en el cartel y que fue banderilleado por Manolo Arruza, quien se encontraba como espectador entre barreras y que fuera invitado a hacerlo por Ortega Cano. Sigue diciendo el cronista:

En un bello espectáculo no visto anteriormente, fueron seis toreros ante un solo novillo, iniciando Manolo de capote con buenos lances. Luego Ortega Cano por chicuelinas muy coreadas. Después Mariano lo puso al caballo con chicuelinas rítmicas y andantes, cubriendo el segundo tercio y a iniciativa de Ortega Cano, el propio cartaginés, quien invitó a banderillas a Manolo Arruza, que vestido de paisano se encontraba entre barreras, que colocó un estupendo par al cuarteo, igualado en todo lo alto, mientras que Ortega se fue con bastante decisión y valor, cerrando el tercio bajo los acordes de “Pelea de Gallos”, Ubrique, haciendo gala de facultades arrancó del estribo a los medios para gallear, dejando los palitroques en todo lo alto, en un gran tercio que el público aplaudió a rabiar. En el último tercio, de nuevo inició Manolo con pases en redondo con la derecha, ante un novillo violento, muy listo, y más malo, lejos, que bueno. Después Dámaso intentó domeñarlo a base de aguante y conocimientos, y cuando estuvo a punto de lograrlo, llegó el turno de Ortega Cano, que muy artista se jugó la maroma estando alguna vez casi a merced del astado. Capetillo volvió las lanzas en cañas acallando las voces que le pitaron, al torear con hondura y sentimiento sobre el pitón derecho, y cuando menos servía el pésimo animal, salió Ubrique a justificar su nombre con valentía y también por el lado derecho... Vivo como él solo, Manolo que vio las dificultades del burel, como primer espada le correspondía entrar a matar, pero prefirió pasar los trastos a otros de sus alternantes, desconcertando al público que tomó partido por la pésima res, sin encontrar eco a su petición, y pasándose de vivo, se hizo tonto desoyendo la orden del juez de entrar a matar, encontrando de aliados a los villamelones, hasta lograr que se fuera vivo a los corrales, en una especie de indulto, injustificado a todas luces, siendo la mácula pecaminosa del festejo, concluyendo cuando todos los diestros dieron un triunfal vuelta al ruedo...

No hay fiesta perfecta, evidente era que Manolo Espinosa no estaba en condiciones de ejecutar la suerte de matar por la cortada que sufrió en el abreplaza, pero cualquiera otro de sus alternantes pudo hacerse cargo de la situación. No cabe duda de que todos los actuantes supieron manejar a la concurrencia a su conveniencia para terminar en un ambiente triunfalista un festejo que, por lo sucedido en la lidia del toro de regalo, no lo requería. En fin.

Así se celebró el Aniversario de la Fundación de Aguascalientes hace 25 años en su arista taurina. Ojalá podamos seguir celebrándolo así muchos años más.


domingo, 12 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (II)

Los hijos de Calesero, Fermín Rivera y Antonio Velázquez, inician una nueva etapa de nuestra fiesta

Una nueva generación de toreros mexicanos parecía comenzar a germinar y don Jesús Ramírez Alonso, todavía empresario de la Plaza de Toros San Marcos, creyó que podría realizar una especie de encore de aquella novillada de los Tres Cachorros que tan exitosa le resultara en las fiestas agosteñas de 1964. Y es que los hijos de Fermín Rivera, Calesero y Antonio Velázquez, venían ya dando de qué hablar en los círculos y cenáculos de taurinos, acerca de las maneras que tenían para hacer el toreo y de la posibilidad de extender su linaje dentro de los ruedos.

Como atractivo adicional, a los nombres de Curro Rivera, José Antonio Ramírez El Capitán y José Luis Velázquez, se sumaba otra presentación, la de la ganadería de Villalicia, anunciada como propiedad de Ramírez Hermanos y dirigida por Alfonso Ramírez Calesero, quien ya en los años cuarenta lidiara una corrida de toros a su nombre, y muy probablemente también fue de su titularidad, aunque presentado a nombre de Hermanos Ramírez, el encierro con el que recibió la alternativa Tacho Campos en 1949, en esta oportunidad debutaba un nuevo hierro, aún no asociado, con el que tenía la intención de andar largo en el llamado planeta de los toros.

El inicio de una nueva etapa histórica en nuestra fiesta

No se intuía un cambio en un tiempo breve en la cumbre de la torería mexicana, pero los novilleros que hacían su presentación ese  domingo 5 de noviembre del año 1967 despertaban ilusiones. No obstante, al no ser parte de la cantera local, la información previa en los diarios locales fue escueta. Pero en la víspera del festejo, entre otras cuestiones, el diario El Sol del Centro, destacaba lo siguiente:

En vísperas de la irrupción en las filas novilleriles de José Luis Velázquez, Curro Rivera y José Antonio Ramírez, se ha acentuado a su máximo la expectación entre los aficionados taurinos de Aguascalientes, que se disponen a ser testigos de este relevante acontecimiento... José Luis Velázquez llegó ayer a Chichimeco y está toreando vaquillas al por mayor; José Antonio Ramírez también se entrena en el campo bravo, e igual acontece con Curro Rivera, pues los tres buscan llegar a esta oportunidad en plenitud de facultades físicas y, fundamentalmente, centrados lo más posible con el toro...

El origen familiar de los tres debutantes era motivo más que suficiente para que la afición local se mostrara interesada en enterarse de lo que eran capaces de lograr delante de los toros. Quizás el más aventajado de la terna era Curro Rivera, quien ya se había presentado vestido de luces en Matehuala el 14 de mayo anterior, pero los tres tuvieron la escuela taurina en su casa y los tres eran descendientes de auténticas figuras del toreo.

Igualmente, en El Sol del Centro del día del festejo, se reiteraban los blasones heredados por los diestros que por la tarde harían su presentación, pero se agregaba un apartado para comentar acerca de la ganadería debutante:

Por cierto, el “Poeta del Toreo”, debutará en esta novillada como ganadero y a decir verdad, se augura para él un futuro ilimitado en esta actividad, considerando la enorme capacidad y el caudal de conocimientos que en esta materia ha reunido “Calesero”... Los seis novillos, procedentes de las dehesas de Villalicia, están desde ayer en los corrales de la Plaza San Marcos. Es un encierro parejo en presentación, que esperamos, se preste para el lucimiento de los tres espadas...

Todo estaba dispuesto para que llegara la hora del festejo, en el que la afición de Aguascalientes y la de su región pudiera comenzar a apreciar lo que en realidad representaría el inicio de un cambio de edad en la fiesta mexicana. Veríamos, al final de cuentas, el nacimiento de una figura de época que fue un auténtico triunfador en todas las plazas importantes del mundo.

El primer triunfo de Curro Rivera

El triunfador de la tarde resultó ser Curro Rivera, cortando la única oreja que se concedió en ella. Como dejé escrito líneas arriba, también se mostró como el espada más aventajado del cartel. De la crónica que escribió don Jesús Gómez Medina para El Sol del Centro, extraigo lo siguiente:

El hijo de Fermín II es, desde luego, el más hecho de la tercia. Sus adelantos son evidentes hasta en la habilidad para torear al graderío... Buenas maneras para torear a la verónica y excelentes sin duda sus remates. Su labor con el percal resultó tan plausible en el primero como en el cuarto burel... Y en la muleta, las mismas buenas hechuras aunadas a una encomiable tendencia a ejecutar las suertes clásicas del toreo. Muchos de sus naturales y derechazos fueron magníficos; y sus cambios de mano por delante y el de pecho que liga a continuación, destilaron torerismo purísimo. Ciertamente le correspondieron los dos novillos más propicios – también los más cuajados del encierro –; pero a fe que Curro supo aprovecharlos toreándolos larga y variadamente. La faena del primero tuvo como preámbulo el pase del péndulo; con el cuarto, principió espectacularmente de hinojos ligando una dilatada serie yendo siempre hacia adelante... Al estoquear, el joven Rivera aguanta a pie firme la acometida del morlaco; por eso le resultan las estocadas traseras, por parar más de la cuenta en el momento del cruce. Y como no le imprime al brazo la dirección adecuada el acero queda tendido… Vuelta al ruedo en su primero. Y la oreja y doble o triple recorrido triunfal tras de la lucida faena del cuarto, haciéndose acompañar de su progenitor y también del ganadero...

Don Jesús destaca desde el inicio una facultad que fue innata en Curro y que era su facilidad para conectar con los tendidos. Ya en otros apartados de este mismo espacio virtual, he contado que, en otras etapas de su carrera, creó una relación de amor – odio con la afición de Aguascalientes, que sabedora de las enormes capacidades que tenía como torero, le exigía en serio. Y a veces, el torero se sentía demandado de más y se encaraba con los tendidos… Y sucedía lo que tenía que pasar. Pero unas tardes después, las aguas tomaban su cauce.

Curro Rivera tuvo en Aguascalientes un sitio en el que se sintió arropado para llevar a cabo varios hitos importantes en su trayectoria, lo que demuestra que siempre consideró esta tierra como suya.

Las pinceladas de El Capitán

José Antonio Ramírez, visto en retrospectiva, es quien llevó más lejos la estafeta que le transmitiera su padre, Calesero. Entró por mérito propio en la historia del toreo al realizar una faena de esas de culto al novillo Pelotero de San Martín en la Plaza México en 1977 y todavía hoy, cuando toma los trastos en algún festival benéfico, borda pinceladas de un prístino arte ante los astados. De su hacer en esa su presentación como novillero en Aguascalientes, escribió don Jesús Gómez Medina:

Con éxito, porque el chaval, amén de tener simpatía, exhibió al torear de capa a la verónica un estilo de auténtica cepa caleseril; lo que equivale a decir buen estilo. Pero, además, se mostró más valiente, más decidido de cuanto fuera de suponerse... Con la muleta, especialmente, José Antonio, a cambio de explicables torpezas, está siempre en terreno del enemigo, obligándolo, insistiendo para hacerlo embestir. Y luego lo lleva en el engaño con temple y medida, y corre la mano y liga los pases con arte y limpieza. Naturalmente en ocasiones se ve en aprietos; más por encima de todo queda en el recuerdo la evidencia de un toreo de calidad y de una decisión, de una valentía que permiten presagiar un brillante futuro al novel lidiador... En la suerte suprema, las deficiencias imputables a su novatez. Ello impidió que el éxito de José Antonio fuese más estruendoso. De todas maneras, al concluir con sus dos adversarios dio sendas vueltas al ruedo...

Entre el sentimiento personal y la escuela doméstica, quedó bien demostrado que la clase en la vida surge desde dentro. Así lo demostró en esta tarde El Capitán.

José Luis Velázquez, con el valor por divisa

El hijo de Antonio Corazón de León hasta poco antes de esta novillada era estudiante de ingeniería. Tengo la impresión de que su padre, como todos los toreros, prefería que sus hijos varones fueran hombres de letras o de ciencia, antes que toreros como él. Las preocupaciones para ellos – y también para él y para su madre – serían de índole completamente diferente. Pero José Luis decidió seguir los pasos de su padre y así, en esta tarde, junto con otros dos vástagos de destacados diestros en el retiro, también iniciaba su andadura por los ruedos. Así le vio el cronista de El Sol del Centro:

Hijo de Tigre... Y como este José Luis es del linaje de “Antonio Corazón de León”, ya tenemos la explicación un tanto simplista del valor, de la indeficiente valentía mostrada por el chamaco en su primera actuación enfundado en el comprometedor traje de luces... José Luis está muy verde con el capote. Trata de quedarse quieto, pero desconoce o no domina aún la técnica del toreo de capa... Pero con la muleta, el muchacho adquiere estatura. Porque a su congénita valentía y a su tesón genuinamente velazqueño, viene a sumarse el afán por realizar a todo trance el toreo en redondo. Y cuando José Luis se acomoda y mete al bicho en el engaño y, corriendo la mano con precisión, flexiona el busto para cargar la suerte, el muletazo adquiere una intensidad y un sabor singulares. Tales virtudes tuvieron los pases naturales de su faena al tercero, del que perdió la oreja porque, si bien se fue recto y decidido sobre el morrillo tratando de liquidar al socio, el acero quedó en dos ocasiones mal colocado, necesitando el descabello. Y todo quedó en una aplaudida vuelta al ruedo... En el sexto, soso, gazapón y con el hocico por la arena, José Luis insistió de nueva cuenta. Con tesón, con una valentía que no hicieron decrecer las volteretas, logró así unos muletazos de recibo, pero de nueva cuenta no acertó pronto con la espada...

José Luis Velázquez demostró tener lo principal, el valor para estar delante de los toros y la intuición, como señala el cronista, para intentar y hacer el toreo en redondo con la muleta. El toreo con el capote y el manejo adecuado de la espada, eran asignaturas que se irían aprendiendo y puliendo con el paso del tiempo, según fuera sumando más festejos.

Otros sucesos de la tarde

Por esa segunda mitad de los años sesenta, eran pocas las novilladas que se ofrecían en Aguascalientes y muchos los novilleros locales o los aspirantes a serlo. Por esa razón, cuando se daba un festejo aquí, era frecuente que alguno de ellos se tirara de espontáneo. Esta tarde no fue la excepción. Cuenta don Jesús Gómez Medina, ya para cerrar su crónica:

Nuevamente el curso normal del festejo se vio interrumpido en dos ocasiones por la aparición de los espontáneos. ¿Hasta cuándo se tolerará tal anomalía? … Por otra parte, la debilidad de remos de los novillos, ¿no sería el resultado de manipulaciones en los chiqueros? Pues, que sepamos, nunca existe en tal sitio la debida vigilancia...

Esta tarde, relata el cronista, fueron dos los anarquistas de la fiesta los que se tiraron a interrumpir la lidia. Y resalta también don Jesús su sospecha de que la debilidad de los novillos que se jugaron fue a causa de manipulaciones en los chiqueros. No hace alusiones al estado de las cornamentas, pero creo que se puede deducir del mismo, como se puede ver, nada nuevo hay bajo el sol.

Así es como transcurrió este otro capítulo extraído aleatoriamente de la historia de la otoñada taurina en Aguascalientes. Hasta la próxima semana.

domingo, 5 de octubre de 2025

La otoñada taurina en Aguascalientes (I)

2 de octubre de 1949, se reinaugura por segunda ocasión la Plaza de Toros San Marcos

El otoño también ha sido un tiempo de toros en Aguascalientes, aunque históricamente se acostumbró aprovechar los días aledaños al 20 de noviembre para ofrecer festejos en nuestra ciudad. Será a partir del año de 1975, cuando se conmemoró el cuarto centenario de la expedición de la Real Cédula que autoriza la fundación de la Villa de Nuestra Señora de la Asunción de las Aguas Calientes, suscrita el 22 de octubre de 1575, cuando se agrupan entre esa fecha y el inicio del mes de noviembre, cuando se agrupan festejos taurinos en torno al aniversario de la fundación jurídica de lo que hoy es nuestra ciudad y de las conmemoraciones y celebraciones que se llevan a cabo en torno al Día de los Fieles difuntos.

En las próximas entregas procuraré recolectar algunas estampas de esos festejos otoñales de nuestra ciudad, de los que hayan dejado alguna huella en nuestra historia taurina.

La Plaza de Toros San Marcos y su primera reinauguración

Después de la apertura del coso de la calle de la Democracia el 24 de abril de 1896, se mantuvo en operación, compitiendo con su vecina, la del Buen Gusto hasta casi la segunda década del siglo XX, década esta, en la que, nos cuenta Antonio Muñoz Rodarte, la de San Marcos, comenzó a mostrar los estragos del paso de los años y de la falta de mantenimiento preventivo, por lo que en mayo de 1928, el alcalde Enrique Montero ordenó una profunda inspección del inmueble, de la que resultó la necesidad de hacer una serie de importantes reparaciones y remodelaciones desde el pasillo del acceso y hasta los corrales en los que se guardan los toros a lidiarse en los festejos.

El entonces propietario de la plaza, don Miguel Dosamantes Rul, ofreció iniciar las obras de remodelación en noviembre de ese mismo año y le anunciaba que había establecido una sociedad para su explotación buscando convertirla en una verdadera plaza de toros moderna.

En febrero del siguiente calendario, 1929, de acuerdo con los documentos archivados en el Registro Público de la Propiedad, Dosamantes Rul vendió el cincuenta por ciento de los derechos de propiedad sobre la plaza a los hermanos Francisco y José C. Madrazo, ganaderos de La Punta, en la cantidad de cinco mil pesos oro nacional. La mitad restante, la adquirieron los citados ganaderos el 16 de agosto del año siguiente, en la cantidad de doce mil quinientos pesos de la misma naturaleza que los anteriores, lo que me hace suponer que una parte, si no la totalidad del costo de las obras de reparación de la plaza fueron costeados por los hermanos Madrazo.

El festejo de reinauguración se programó para el domingo 21 de abril de 1929, con 5 toros de La Punta, para Esteban García y Carmelo Pérez, mano a mano, anunciándose que era la inauguración de un costoso y adecuado acondicionamiento de la plaza, que era la segunda de la República y orgullo de la afición taurina de Aguascalientes.

La segunda reinauguración

Algo más de dos décadas después de aquella primera reinauguración, la Plaza San Marcos requería de una nueva intervención. La zona de palcos seguía siendo de madera y aunque visualmente eran más diáfanos y agradables que los originalmente construidos, eran de constante y costoso mantenimiento. Por esa razón sus actuales propietarios decidieron repararla y agregarle algunas instalaciones con las que no contaba a partir de su proyecto inicial. Escribe don Jesús Gómez Medina, al relatar el acto de la bendición de las instalaciones por Mons. José de Jesús López y González, en esos días, obispo de la Diócesis:

La capilla ostenta en el lugar de honor, una hermosa imagen del Sagrado Corazón, a la derecha está el Señor del Gran Poder, Patrono de los Toreros, y a la izquierda, ¡naturalmente!, Nuestra Señora de Aguascalientes… El altar es de cantera con labrados relieves, y a sus pies están dos elegantes reclinatorios. Cierra la Capilla un cancel de madera, de estilo netamente colonial o novohispano... El ruedo luce limpio y terso; se acabaron los hoyancos y la arena movediza, que tan peligrosa hacía la lidia en ocasiones. Los tendidos, también renovados, con las graderías de sombra corridas hacia arriba al haberse suprimido los palcos, parecen estar impregnados de alegría y de luz, pues hasta en los imprescindibles anuncios se tuvo el buen tino de emplear los colores simbólicos por excelencia: el rojo y el gualda... En los chiqueros se han construido bebederos y pesebres, y se les dotó de un amplio departamento sombreado, que, seguramente, hará más gratas las últimas horas de los bichos destinados a la pública diversión... Ya al entrar, el espectador encuentra una agradable sorpresa: los pasillos que conducen a ambos departamentos, al de sombra y al soleado, han sido cementados completamente, amén de que se amplió la escalera superior del tendido caro...

Es decir, se agregó al coso la capilla con la que no contaba, se mejoraron accesos, escaleras, corrales y se suprimieron los palcos de sombra, sustituyéndolos por la gradería que hoy conocemos como las localidades generales de sombra.

Ese acto protocolario de carácter religioso, se celebró el mismo día del festejo de reapertura, es decir, el domingo 2 de octubre de 1949, cuando para enfrentar un encierro de La Punta, alternarían Alfonso Ramírez Calesero, Antonio Velázquez y Manuel Capetillo.

La triunfal tarde de Antonio Velázquez

Antonio Corazón de León cerró su tarde cortando tres orejas y saliendo en volandas de la plaza. También se mostró como un torero de muy amplias posibilidades, porque al primero de su lote, que presentó un cúmulo de dificultades, lo toreó en el terreno de cercanías y pisándole los terrenos, pero a su segundo, lidiado en sexto lugar por haberse corrido los turnos después del percance a Calesero en el cuarto, lo aprovechó conforme a su calidad. Refiere en su crónica don Jesús Gómez Medina:

Desde el primer capotazo hasta el último instante, la lidia de “Jarifo” transcurrió entre ovaciones y dianas; se irguió Velázquez en el tercio y aguantó enormidades en una serie de lances llevando al bicho muy bien toreado. En quites repitió la gaonera angustiosa, yodofórmica, pues de allí a la enfermería no habría sino escasos milímetros. Picó muy bien “Lindbergh” y al quite fue Capetillo, que se echó también el capote a la espalda, para plasmar, para esculpir el momento más artístico de la tarde, con garbo, con señorío, bajando los brazos desmayadamente y poniéndose los pitones por ceñidor… Pronto y bien transcurrió el segundo tercio; salió a los medios Velázquez, brindó al público y se fue al toro para redondear su tarde. ¡Y vaya forma de redondearla! … en esta faena, Velázquez acabó con los decires: que si era “encimista”; que no toreaba de largo... El leonés se olvidó de modas y de “ismos” para hacer el toreo de siempre, el toreo fundamental, el toreo por excelencia. Y así fueron surgiendo las series de derechazos, en los que toro y torero formaban un grupo de estrujante dramaticidad; los naturales en los que, citando de largo, desde un tercio hasta el contrario, Antonio “Corazón de León”, plasmaba una y otra vez, en plenitud de torero y de valiente, la suerte fundamental del toreo. A un natural seguía el siguiente, y la serie se prolongaba hasta culminar en el de pecho, de hondo acento belmontino… Y el toro, el admirable “Jarifo” de La Punta, embistiendo con igual alegría, con nobleza impar; diríase que mejorando de un lance al siguiente. Añadió Velázquez molinetes, trincherazos y de la firma y a continuación metió el acero hasta la empuñadura. Tardó en doblar el bicho, y cuando al fin lo hizo, la ovación se desplomó a los pies del triunfador: se le otorgaron las orejas y el rabo, también la pata – ¿no les parece a ustedes que ya se está prodigando demasiado esta clase de apéndices? – y, finalmente, en hombros de los entusiastas y acompañado de Manuel Capetillo, también triunfador en la jornada, Velázquez abandonó el coso…

El toro bravo que pone a todo el mundo en su sitio. Cuando es bien aprovechado, encumbra a quien puede con él, y de la narración del cronista podemos desprender que Antonio Velázquez supo entender a carta cabal las excelentes condiciones del toro de La Punta que le permitió tener una redonda tarde en Aguascalientes ese domingo de hace setenta y seis años.

Manuel Capetillo también triunfador

Quien al paso de algunos años sería llamado El Mejor Muletero del Mundo todavía no alcanzaba su primer aniversario como matador de toros. Todavía reposaba mucho de su hacer ante los toros con su toreo de capa y no perdonaba un quite, pero de lo narrado por don Jesús Gómez Medina en su tribuna de El Sol del Centro, se advierte ya el profundo muletero que conocería la afición años después:

A cargo de Manuel Capetillo corrió la nota de arte, del más puro y hondo acento. “Lagartero”, corrido en tercer turno, hizo alegre salida. Lo corrió Casillas; pero el tapatío no se acomodó del todo en los primeros lances. Tras de una vara trasera, Capetillo libró por fregolinas, haciéndolo a continuación “Calesero” con el lance de “Chicuelo”, gracioso y artista… Capetillo comenzó doblándose suavemente, encelando al bicho en la muleta, metiéndole en ella. Se lo llevó a los medios y allí fue forjando la faena. Al principio sin completo éxito, porque el toro derrotaba alto; pero Manuel insistió, templó la embestida, le corrió la mano con ritmo sedeño e imperioso a la vez, y poco después se consumaba el prodigio. Con la cintura quebrada, la mano baja y la pata a’lante, Manuel Capetillo iba redondeando el trasteo… La roja franela, en sus manos, adquiría suavidades y ritmo de terciopelo; el lance se consumaba y en el mismo, seguía el giro imperioso de su muñeca – ¡una muñeca con goznes de oro! – engendraba el siguiente muletazo… Una serie de derechazos tenía continuación en otra nueva de mejor calidad; aquello era la fiesta del toreo más puro, del más hondo acento del que nació en Ronda en las manos prodigiosas de Pedro Romero... Más, ¡oh, sorprendentes sentires de los aficionados! El público no entró en completo trance de emoción, sino cuando Manuel realizaba una serie de tremebundas manoletinas. Vino luego la estocada, de efectos definitivos, y tras ella, al doblar el punteño, se otorgaron a Capetillo la oreja y el rabo, trofeos ampliamente ganados, porque se hizo acreedor a ellos a fuerza de insistir y de prodigar un toreo de la más pura ley…

De los Tres Mosqueteros fue precisamente Capetillo el que más tardó en encontrar su acento personal, pero también quien más permaneció en el gusto de los aficionados. La evolución que le llevó a ser precisamente llamado El Mejor Muletero del Mundo por don Alfonso de Icaza Ojo en el año de 1957, estaba apenas iniciando.

La mala fortuna de Calesero

El primero de la tarde fue un toro rajado que permitió al torero de nuestra Triana apenas cumplir con deshacerse de él, y no obstante eso hubo voces, al decir del cronista, que le reprochaban que no se luciera con él. El cuarto de la corrida, llamado Charrito, lo prendió e hirió al tercer lance, pasando a las manos del Dr. Oscar Hernández Duque, haciéndose cargo de él Velázquez y motivándose por ello el movimiento de turnos entre él y Capetillo.

Algunas cuestiones más

Durante las solemnidades de la bendición, la jovialidad del entonces obispo diocesano extendió los actos litúrgicos a otros sitios de la plaza, cuenta don Jesús Gómez Medina:

…a invitación del Dr. Duque, bendijo también la enfermería, que precisamente está contigua al recinto sacro. En seguida, con sencillez y afabilidad, atendió la súplica de David Reynoso, que en nombre de los toreros le pidió que bendijera el ruedo… Accedió gustoso el Excmo. Señor, que desde el centro del anillo bendijo el ruedo propiamente dicho, y las graderías. En un rapto de jovial y simpática efusión, exclamó risueñamente: “¡Sólo falta que me pidan que bendiga a los toros!” Y, cómo respondiéndose a sí mismo, preguntó por dónde salían los cornudos bichos, y ante la puerta misma del toril esparció el agua bendita...

El guía religioso de la mayor parte de la población que entonces habitaba esta ciudad, entendía muy bien a sus fieles y quiso santificar uno de los escenarios en los cuales se reunían para tener un tiempo de esparcimiento. Sin duda, eran otros tiempos y nuestra sociedad era distinta, pero algo en lo que no hemos dejado de tener similitudes, es en la arraigada afición a los toros que existe y existirá en nuestro Aguascalientes.

domingo, 28 de septiembre de 2025

26 de septiembre de 1962: Pablo Lozano se presenta en El Toreo de Cuatro Caminos

En medio de la temporada novilleril de 1962, para el día miércoles 26 de septiembre, se anunció una corrida de toros benéfica, nocturna, en El Toreo de Cuatro Caminos. El promotor de ella era Luis Procuna, a la sazón Secretario General de la Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos y pretendía recabar recursos para encauzar una serie de obras sociales en la colonia Legaria de la capital mexicana, pero también, establecer un adecuado marco para la despedida como matador de toros de un torero de dinastía, Ricardo Balderas, quien prácticamente tras de concluir el festejo, iniciaría su andadura como hombre de plata, manteniéndose así en activo en los ruedos.

Para el efecto, se anunció que se tenía adquirido un encierro hidrocálido de Peñuelas y que el cartel lo completarían Raúl Acha Rovira y el torero toledano Pablo Lozano, quien venía realizando una interesante campaña en ruedos mexicanos, misma que había arrancado apenas el último día de diciembre del año anterior, en Saltillo, donde alternó con Luis Procuna y El Imposible en la lidia de toros de Corlomé.

La Muleta de Castilla en México

Pablo Lozano había tenido en 1957 un gran triunfo en Madrid, cuando en solitario, enfrentó un encierro salmantino de Barcial en la Corrida del Montepío de Toreros, cortándoles cuatro orejas. Eso le dio un buen impulso a su carrera y le animó a buscar oportunidades al otro lado del océano. 

Entre ese primer festejo y el que nos ocupa, había ya sumado 16 corridas en plazas como las de Mazatlán, Moroleón, Nogales, Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Tampico o Torreón entre otras, muchas de ellas organizadas por Luis Procuna, quien en esos días estaba distanciado de las empresas principales por sus actividades como líder sindical y principalmente del doctor Alfonso Gaona, quien lo tenía fácticamente vetado. Cuenta Robert Ryan:

Una vez fui a ver al doctor Gaona a la óptica y le pedí a Pablo que me acompañara. Antes de salir de la oficina, en un aparte, el doctor me comentó que no llevara a Pablo ahí, y que no me juntara con él. Fue algo así como una recomendación, pues sabía que él era íntimo del maestro Procuna, con el que estaba peleado por temas, como suele ser siempre, de dinero...

La lealtad que nace de la amistad pudo más que cualquier otra cosa y Pablo Lozano no pudo conseguir la confirmación de su alternativa en la Plaza México, pero pudo actuar en Cuatro Caminos, que también estaba en la zona urbana de la capital, y, aunque no cortó orejas, tuvo una actuación muy destacada, según cuenta Gabriel Torres Tames en su crónica publicada en El Redondel, fechado el día 30 de septiembre siguiente:

Toreo recio es el de Pablo Lozano, supo andar sobre la arena y movió las manos con soltura... En su primero lanceó hasta en siete ocasiones sin enmendar el terreno, y la ovación no se hizo esperar, para volverse a escuchar cuando echándose el capotillo a la espalda, bordó luminosas gaoneras rematadas con preciosa rebolera... Con la bayeta vinieron los estatuarios, precedidos de naturales y derechazos de excelente sello, toreo por la cara y un molinete aprovechando el viaje que el público premió con cálidas palmas; abreviando el hispano, pasaportó al bovino de un pinchazo en buen sitio y una estocada desprendida que bastó para hacer doblar a la res, mereciendo por tan acertada faena, vuelta al ruedo y salida a los tercios... Tal vez, de los bureles, el más peligroso fue el sexto, pero Pablo, con voluntad y valentía cumplió en todas las etapas de la lidia hasta sepultar el acero en lo más elevado del morrillo de "Borrachito", que, al mismo tiempo de ser arrastrado por las mulillas, “El Toreo”, frente a la noche estrellada, comenzaba a quedarse solitario...

De la lectura de lo transcrito, se advierte que la primera faena de Pablo Lozano, quien tuvo la fortuna de llevarse al único toro potable de la corrida, pudo haber sido premiada con la oreja, de haberlo matado al primer intento. Pero aún con el fallo a espadas, el justamente conocido como La Muleta de Castilla, dejó una excelente impresión ante la afición de la capital mexicana e intuyo, el deseo de verle de nueva cuenta, en condiciones más favorables.

La despedida de Ricardo Balderas

Ricardo Balderas fue uno de los novilleros destacados de la temporada novilleril de 1944 en El Toreo de la Condesa y con esa aureola se presentó en la plaza de Las Ventas, en Madrid 25 julio 1945, sumando varias tardes en una temporada en la que, de los nuestros, allí refulgió con luz propia el malogrado Eduardo Liceaga. Recibió la alternativa en Bayona, Francia, el 8 de septiembre de 1946, de manos de Fermín Rivera y con el testimonio de Calesero y la confirmó en la Plaza México el 3 de noviembre de 1947, de manos de Luis Procuna y llevando como testigo a Luis Briones.

Después de casi dos décadas de recorrer la arena de los ruedos, decidió que había llegado el momento de cambiar la tonalidad de los bordados de los vestidos de seda que llevarían sus vestidos, pues, aunque el cartelillo anunciador del festejo decía que el público juzgaría si debía o no tomar esa decisión, la realidad, es que ya estaba tomada. Su actuación, conforme a la crónica citada, fue en el siguiente tenor:

Ricardo Balderas veroniqueó estupendamente a su segundo después de haberlo recibido de hinojos con un apretado farol, para después no saber qué hacer ante las inquietas astas de “Pajarito”, difícil animal de Peñuelas que sirvió de materia prima para que el espada, después de deshacerse de él de un pinchazo y una estocada caída, entre lágrimas recorriera el anillo cuatrocaminero, agradeciendo al cónclave los sinceros aplausos que aunados al momento apesadumbrado del adiós, hacían eco final sobre las melancólicas notas de “Las Golondrinas”...

Lo bronco y descompuesto de las embestidas de los toros de Peñuelas, pocas florituras permitieron a Ricardo Balderas ante ellos. Así, se despidió de los ruedos como matador de toros, para casi de inmediato integrarse a la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros y pasar a formar parte de las cuadrillas de distintas figuras del toreo como Luis Procuna, Alfredo Leal, Joselito Huerta, Manolo Martínez, Antonio Lomelín o Curro Rivera. Una vez retirado en definitiva de los ruedos, fungió como Juez de Plaza en la Plaza México.

La noche de Rovira

Rovira también estaba ya en el tramo final de su carrera en los ruedos, pues el año siguiente torearía sus últimos tres festejos, vestido de luces. Igualmente tuvo que enfrentar dos toros complicados, papeleta que resolvió, cuenta el cronista, con el toreo sobre piernas, a la manera que recomienda la preceptiva:

A un par de astados gazapones, que tiraban cornadas sin cesar, "Rovira" capoteó movido y rápido, sin llegar a semejar su toreo con el esplendor maravilloso de la noche; con la franela la cosa fue distinta, pues los muletazos que instrumentó a cada uno de los adversarios fueron exactamente los indicados a la lidia que los bichos requerían; concretándose a doblones y faena por la cara, finiquitó a sus enemigos con facilidad y premura, saliendo a agradecer las palmas desde los tercios...

Raúl Acha se dedicó tras de dejar de vestir el terno de luces, al apoderamiento de toreros, uno de los más destacados, el de Antonio Lomelín, al que llevó a ocupar el sitio de figura del toreo.

Para concluir

Quizás los números de Pablo Lozano no le reflejen un gran volumen de actuaciones en México durante el tiempo que estuvo entre nosotros como torero, pero actuó en plazas de importancia, debiendo sumarse a las ya nombradas Yahualica, San Luis Río Colorado, Acapulco y Aguascalientes y además, alternando siempre con los principales del escalafón como Fermín Rivera, Calesero, Rafael Rodríguez, Juan Silveti, El Ranchero Aguilar, El Callao, Antonio del Olivar, El Imposible y evidentemente Luis Procuna.

Tengo la impresión de que también aprovechó el tiempo para ver toreros mexicanos que pudieran funcionar allá en España para tratar de corresponder, en conjunto con sus hermanos, la hospitalidad y el apoyo que aquí recibió en tiempos de tribulación.

Fernando, su hijo, nació en México y es matador de toros. Él sí tuvo la oportunidad de confirmar su alternativa en la Plaza México en diciembre de 1990 y una vez que dejó de torear, se dedicó al apoderamiento de toreros y aquí en Aguascalientes estuvo como instructor en la Escuela Taurina Municipal un buen tiempo y varios de los que fueron sus discípulos ya son matadores de toros.

Solamente puedo agregar que la afición mexicana de esos días, por lo visto en video, se perdió de ver un gran torero, por los líos de los despachos.

domingo, 21 de septiembre de 2025

20 de septiembre de 1953: Luis Solano recibe la alternativa en Barcelona

Enrique Martín Arranz, cuando participó en la dirección de la Escuela Taurina de Madrid hizo poner en uno de los muros más visibles de ese lugar un cartel con la leyenda: Ser torero es difícil; figura del toreo, casi un milagro. Esa expresión es el reflejo de la historia de muchos que aspiraron a ser toreros en su día y quizás sea el caso de Luis Solano, el torero que me ocupa el día de hoy.

Iniciar una carrera en los ruedos cuando surgen fenómenos que acaparan el interés de la afición, y evitan que las posibilidades de quienes avanzan a un paso diferente o les falta el carisma para atraer la atención de las masas que están absortas por el hacer de unos cuantos delante de los toros. Así parece haberle sucedido a Luis Solano, quien llega a la Plaza México en la temporada novilleril de 1946, aquella en la que surgen con fuerza tres novilleros que marcarían el inicio del cambio del rumbo de la fiesta en México: Pepe Luis Vázquez, Fernando López El Torero de Canela y José Rodríguez Joselillo.

Le tocaría acompañarlos todavía al calendario siguiente, y aunque solamente el primero de los nombrados llegaría a ejercer con extensión como matador de toros, porque al Torero de Canela y a Joselillo las astas de los toros los frenaron en seco, el torero de Jalisco sería testigo de la irrupción en los redondeles de la siguiente etapa de fenómenos cuando el 9 de noviembre de 1947, un entonces oscuro sobresaliente, llamado Manuel Capetillo, se lleva la tarde en un mano a mano que Luis Solano toreaba en El Progreso con Fernando López y al domingo siguiente, en el mismo coso del Hospicio, el propio Capetillo volvería a triunfar delante de Solano y de Santiago Vega.

Faltaban unos meses para que aparecieran en el firmamento Rafael Rodríguez y Jesús Córdoba, quienes, unidos con Capetillo y Paco Ortiz, formaron la etapa de los Tres Mosqueteros del toreo mexicano, en una temporada novilleril, la de 1948, recordada como la más exitosa y fructífera que haya conocido la Plaza México en su historia. Después llegaron otros hombres con aire de novedad como El Ranchero Aguilar, Alfredo Leal, Juan Silveti o Humberto Moro, que comenzaron a dejar sin oportunidades a Solano, a pesar de que, como le viera don Paco Madrazo, tuviera buen corte y estupendas maneras de torero.

Eso le lleva a recibir una alternativa en León, Guanajuato, el 21 de enero de 1951, de manos de Luis Castro El Soldado, llevando como testigo a Luis Briones, con toros de Atenco, festejo en el que estuvo apenas discreto. 

La alternativa española de 1953

Con esos mimbres, Luis Solano marcha a España en 1953 para intentar, supongo, confirmar su alternativa de dos años antes. En los escalafones de ese año y del anterior, no tiene actuación alguna registrada en plazas europeas, de allí mi suposición, y la transmito, porque en una de las crónicas que encontré del festejo que hoy me ocupa, Ventura Bagués Don Ventura, en esos días cronista de El Ruedo y de la Hoja del Lunes de Barcelona, donde hace esta temeraria afirmación:

Vistió por primera vez el traje de luces en Ciudad Juárez; hizo su presentación en la capital de su país en 1946, y tomó una alternativa, de manos del «Soldado» en León de los Aldamas el 21 de enero de 1951... Por ser inválida tal alternativa en los ruedos españoles, hubo de aceptar la que ayer le confirió Cayetano Ordóñez...

El famoso cronista e historiador se muestra renuente a aceptar y reconocer un hecho - hoy en día todavía los hay - que ya estaba superado. La cláusula tercera del convenio firmado en febrero de 1951 para reanudar las relaciones taurinas España – México estableció: Las clasificaciones hechas en México y en España de los matadores de toros se respetarán mutuamente por las Asociaciones de Toreros de ambos países. Así entonces, eran válidas las alternativas reconocidas por la entonces Unión Mexicana de Matadores de Toros y Novillos, por ser la facultada para registrar y clasificar a los matadores de toros mexicanos, mismos que, eran aquellos que habían recibido la alternativa en cualquier lugar de la República Mexicana o del extranjero.

En esas condiciones, la alternativa de Curro Ortega, del 10 de diciembre de 1950 en Acapulco, fue reconocida en España cuando se presentó allá el 14 de septiembre de 1952, precisamente en Barcelona, como testigo de la alternativa que Julio Aparicio le dio a otro torero mexicano: Rafael García. Y a este caso, se suman otros, como los de Guillermo Carvajal, Carmelo Torres o Manuel Jiménez Chicuelín. Consecuentemente, nada nuevo había bajo el sol, solamente el deseo de incordiar. Luis Solano no iba a recibir una alternativa allá porque la suya no valiera, sino porque la renunciaba, cosa muy distinta.

Luis Solano, 29 de junio de 1947, Plaza México
Foto: El Ruedo

La corrida del 20 de septiembre de 1953

La empresa Balañá anunció un cartel compuesto con un encierro de don Lisardo Sánchez, de Salamanca, que enfrentarían Cayetano Ordóñez hijo, Anselmo Liceaga y Luis Solano, quien recibiría la alternativa. Al final de cuentas, dos de los toros de la ganadería anunciada serían rechazados en el reconocimiento y serían sustituidos por otros de don José Matías Bernardos, también salmantinos, que saldrían en primero y tercer lugar.

La realidad es que esta tarde no es la que Luis Solano hubiera soñado. Lo que las crónicas relatan hacen que afirmar que salió del paso sea exagerado. Cuenta quien firmó como FEGUFI para el Diario de Barcelona fechado el 22 de septiembre siguiente, cuenta:

Como prólogo de las corridas de la Merced, lidiárónse el domingo en la Monumental, cuatro toros de don Lisardo Sánchez, de Bótoa, y dos, primero y tercero, de don José Matías Bernardos, de Salamanca. Se las entendieron con tales astados, de muchas arrobas y desarrolladas defensas, tres pundonorosos muchachos que a nada fruncen el ceño, se atreven con todo lo que vomita el portón de los chiqueros, y han de conformarse con su sino adverso, tan y mientras no puedan imponerse y exigir el torito cómodo y facilón. Apechugaron con el corridón Cayetano Ordóñez, primogénito del “Niño de la Palma”, Anselmo Liceaga y Luis Solano, diestro mejicano que se nos dio a conocer tomando la alternativa con la sana intención, sin duda, de regresar a su Patria convertido en todo un matador de toros... Mas como el hábito no hace al monje y, con o sin doctorado no es por hoy Luis Solano más que un novillero adocenado, poco provecho ha de reportarle allá y acá, su flamante alternativa si no se suelta y aprende lo que ignora, que no es grano de anís ni mucho menos...

El juicio es duro, pero es el más amable de los que encontré. Lo que sí refleja, es el desconocimiento total del escriba acerca de quien se doctoraba en la Monumental esa tarde.

Por su parte, Rafael López Chacón, en La Prensa, del día siguiente al de la corrida, hace las siguientes reflexiones:

En el toro de la cesión de trastos – “Limpiador”, negro, bragado, número 92 – el toricantano Luis Solano estuvo voluntarioso, aunque sabido es que la voluntad no basta y, a veces, el buen deseo encubre – descubre – inexperiencia, y algo que es peor, desconocimiento. Que es lo que “distinguió” esta... aventura de recibir la alternativa del neófito mejicano – neófito por partida doble –, puesto que no está en sazón para la investidura de matador de toros, ni basta alardear de valentía cuando la ignorancia es patente. Lástima que se preparen tan solemnes formalidades para su descrédito. No insinuó Solano en qué parar la atención para considerarle merecedor del doctorado en España. Si allá, en Méjico, lo alcanzaba, no sabríamos decir cómo, cuándo y por qué resulta desatino tomar alegre y frívolamente la alternativa en una plaza de primera categoría, como la Monumental de Barcelona. En fin, Solano habría hecho muy bien quedándose en un modesto lugar del escalafón de novilleros de su país...

También exhibe su desconocimiento del doctorante de esa tarde, pero he de decir en abono de ambos cronistas, que les asiste la razón en el sentido de que las corridas bien servidas salen al ruedo fuera de las fechas de relumbrón, cuando los toreros que encabezan el escalafón no pasan por las plazas en las que se lidian.

El triunfador de la tarde

Curiosamente, el triunfador de la tarde fue un banderillero de la cuadrilla de Luis Solano, el segundo de su cuadrilla, Joaquín Piquer, quien fue fuertemente ovacionado, escuchó música y saludó desde el tercio tras parear al descarado sexto de la corrida. Escribe el citado López Chacón:

No concluyo este amago de comentario sin señalar la atronadora ovación que el público hizo a Piquer al banderillear magistralmente al último. Baste decir que con anuencia del matador tuvo que destocarse y saludar montera en mano. En tanto, la charanga dejábase oír apenas en medio de las aclamaciones al formidable peón y genial banderillero...

Agregaría nada más que Cayetano Ordóñez estuvo lucido con su primero y aseado con el cuarto y que Anselmo Liceaga pasó de puntitas.

El devenir de Luis Solano

Luis Solano toreó su última tarde vestido de luces en Arcelia, Guerrero, el año de 1961. Fue un festejo mixto en el que alternó con el novillero Luis Espinosa. Esa tarde se lidiaron cuatro toros anunciados a su nombre.

En la obra de Heriberto Lanfranchi titulada Historia del Toro de Lidia Mexicano, se recoge que en 1985 adquirió parte de la ganadería de Acapangueo, misma que a su vez, fue la antigua michoacana de Cerro Prieto, de don Benjamín Mendoza.

En ese mismo año de 1985, Luis Solano adquiere los derechos del hierro y divisa que fuera de don Rafael Obregón Urtaza, cambiando el hierro y anunciando a su nombre, siendo dado de baja por la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL) en el año 2010.

Luis Solano falleció el 23 de noviembre de 1987.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (y VI/II)

Aguascalientes rinde homenaje a El Poeta del Toreo

Transcurrida la parte social, política y religiosa del día del homenaje a Calesero, el momento culminante del mismo se presentaría a las cuatro de la tarde en la Plaza de Toros San Marcos, donde el homenajeado alternaría con sus hijos Alfonso, José Antonio y Luis Francisco en la lidia de siete novillos que por su orden de salida fueron de: Torrecilla, Ing. Mariano Ramírez, San Nicolás, Begoña, Peñuelas, José Julián Llaguno y Santa Rosa de Lima.

Además, se tendría el espectáculo hípico de los caballos de doma de alta escuela de la Casa Pedro Domecq y la actuación de la Banda de Música del Estado de Zacatecas, juntamente con la Banda Sinfónica Municipal de Aguascalientes.

Las personalidades del tendido y del callejón

De la revisión de la prensa de la época, se puede advertir que el nombre de Calesero seguía siendo un importante reclamo para personas destacadas en los diversos aspectos de la vida nacional, así, estuvieron presentes entre otros el escritor y periodista Renato Leduc, el pintor Pancho Flores, Antonio Ariza, Pepe Ariza, Edmundo Fausto Zorrilla y Agustín Salgado, funcionarios de la Casa Domecq; Ramón Morales Padilla, funcionario de la oficina de comunicación de la Presidencia de la República; los compañeros de iniciación taurina del homenajeado, Rodrigo del Valle, Manolo García, Arturo Muñoz La Chicha y Rubén Ramírez, y el entonces director de El Sol del Centro, Agustín Morales Padilla. Pero, además, don Jesús Gómez Medina, en su crónica del festejo, refiere:

¡Qué marco más singular el que tuvo esta corrida! La presencia de grandes figuras, de los ídolos del pasado, así como de los ases del presente llenaron la plaza de torerismo. Allí estaban Conchita Cintrón, Rafael Rodríguez, Jesús Córdoba, “El Ranchero” Jorge Aguilar, Eduardo Solórzano, Eliseo El Charro Gómez, Humberto Moro; y de los actuales, la trilogía Espinosa – Manolo, Fermín y Miguel – Humberto Moro, David Silveti. La plaza, realmente olía a torero...

Y a fuerza de hacer un ejercicio de memoria, seguramente podríamos deducir a más destacados aficionados y personalidades asistentes a este singular e histórico festejo.

El incombustible arte de Calesero

Alfonso Ramírez dejó espacio para la evocación, pero también para el triunfo. Torero de arte puro, también lo fue de luces y de sombras. Y supo hacer su partido en las plazas y tener sus incondicionales dispuestos a esperar que le llegara el momento del triunfo. Esta tarde fue una de esas. Escribió don Jesús Gómez Medina:

La presencia de “Calesero” en el redondel que supo de sus primeros escarceos artísticos, que fue el escenario de los éxitos primeros como de los de la edad madura y que conoció, también, del agrio sabor de las tardes de derrota, verlo de nueva cuenta allí, enhiesto, gallardo, señorial, gentilmente vestido de corto con el buen gusto y la presencia que siempre fueron suyos, nos obligaba a echar la vista hacia el ayer en un afán infructuoso por retraer las emociones vividas entonces al conjuro del arte de Alfonso… Pero, también, surgía la interrogante: ¿Veremos de nuevo alguna vez, en esta plaza o en algún otro sitio, lances como los que ahora estamos paladeando de nuevo: las verónicas señoriales, la larga caligráfica, chicuelinas que son - ¡qué fueron una vez más, ayer! - un estallido de alegría y de color o el garabato caleidoscópico del manguerazo villaltino, simulando una rosa gigantesca al abrirse a la caricia del sol veraniego? … Y después con la muleta, frente al codicioso cárdeno de Torrecilla que salió en primer término y especialmente ante el nobilísimo “Manzanero” de Begoña, ¡qué efusión de bien torear! Desde los pases clásicos, el natural y el de pecho...  hasta la nota genial, graciosa, oportuna, de los remates y adornos de antigua y de nueva prosapia; que, para quien es esencialmente artista, no existen barreras de escuelas, ni de estilos y épocas... Se ganó la oreja del primero y ambos apéndices del de Begoña, al que despachó de superior estocada. Más, por encima del número y calidad de los apéndices, “Calesero”, el hombre, se adueñó definitivamente del afecto de un público al que subyugó siempre con la iridiscencia y la calidad de su arte. ¡Enhorabuena, torero – artista! …

Como podemos leer, Calesero estuvo inspirado y además, afortunado. Los dos novillos de su lote le permitieron hacer el toreo clásico, puro y artístico que siempre fue el de su signatura, alzándose, una vez más, con un triunfo que le reiteró el reconocimiento y el cariño de la afición de su tierra.

Un gran triunfo de El Capitán

La última vez que vimos vestido de luces en la Plaza San Marcos a José Antonio Ramírez fue el 1º de mayo de 1972, en la novillada de feria de ese calendario y en la que su actuación le valió llevarse el Cristo Negro del Encino en disputa. En esta su reaparición en este redondel, tuvo una actuación triunfal ante el sexto novillo del festejo, Nevadito de José Julián Llaguno, ante el que, de acuerdo a la crónica de don Jesús Gómez Medina, realizó lo siguiente:

Frente a “Nevadito”, el estupendo cárdeno de José Julián, fue cuando en el propio campo de batalla “El Capitán” ganó el ascenso a general. Faena de perfiles singulares por la cadencia, la ligazón y el señorío de los muletazos; faena impregnada de clasicismo; pero saturada, a la vez, con los jóvenes efluvios del toreo en uso. Y todo ello realizado a pie firme, con largueza en el trazo y con exactitud en el mando. Lo que se dice un faenón, coronado con el estoconazo en las agujas. Gran ovación. Las orejas y el rabo. Y recorrido en pleno triunfo, en compañía de sus alternantes – su propio padre y sus dos hermanos – ante la euforia y la emoción del público...

El Capitán volvió a dejar una exhibición del arte que atesora en el ruedo de la Plaza San Marcos, reiterando que es un torero de esos a los que hay que esperar. Ya se había quitado el añadido el 20 agosto de 1972 en los medios de la Plaza México, después de pasar un quinario con una dura novillada de Zamarrero. Volvió a torear a inicios de 1977 en Guadalajara y en la Plaza México el 9 de octubre de ese año, se encontró con Pelotero de San Martín, realizando con él una faena de esas consideradas de culto. No lo hurtó, lo lleva en los genes.

Alfonso, Calesero Chico

A Calesero Chico le habíamos visto en la Plaza San Marcos la vez anterior el 1º de mayo de 1974. Fue por esas fechas, la última corrida de Feria de San Marcos que se había dado en ese escenario. La debilidad de los toros que le tocaron en suerte no le permitió mayores cosas y lo que se quedó en los toriles no valía para recurrir al expediente del toro de regalo.

Así, en su reaparición, le tocaron en suerte los novillos del Ing. Mariano Ramírez y de Peñuelas. El primero de ellos le facilitó algún lucimiento, según nos cuenta don Jesús Gómez Medina:

¡Qué bien toreó José Alfonso al bravo ejemplar del Ing. Ramírez! A despecho del desentrenamiento el “Güero” trazó muletazos de singular calidad en una faena que no remató pronto con el acero porque, contra lo usual, falló el puntillero, luego con el de Peñuelas, que resultó mansurrón, Alfonso trasteó con pupila, pero el acero le fue hostil...

El sitio ante los toros es fundamental para resolver muchas cuestiones que presentan, pero demostró, en momentos, que el que tuvo, retuvo.

Por su parte, el Curro, se presentaba en esta oportunidad, diría yo, como aficionado práctico, porque su primera actuación como novillero sería hasta el siguiente año y recibiría la alternativa hasta 1983, por esa razón y respetándose las tradiciones de la fiesta, se enfrentó a un solo novillo y lo lidió en séptimo lugar. Cuenta don Jesús Gómez Medina:

Ahora, que la nota fuerte de emoción, de valor, casi según decíamos antes, la dio Luis Francisco “Curro”... Porque el de Santa Rosa fue bravo, con encastada bravura, al que, ciertamente, le faltó otro puyazo. “Curro” le paró con guapeza desde el primer lance y prosiguió derrochando esa singular determinación durante las banderillas y en el trasteo muleteril, sin dolerse por las volteretas y palotazos; por el contrario, con la ropa deshecha y el rostro lleno de contusiones, volvía a la lid con renovados arrestos, cada vez más valiente, cada vez más decidido. Su valor terminó por doblegar al de Santa Rosa como ya de antemano le había conquistado al público, que lo ovacionó largamente y lo premió con las dos orejas al concluir con su espectacular y tremebundo trasteo...

La manera de hacer de quien después se anunciaría como Curro Calesero, cuando menos en este festival, fue el epígono de la línea artística imperante en su familia. De lo que nos cuenta el cronista, se puede advertir que su incipiente tauromaquia se apoyaba en el tesón, el valor y la voluntad de triunfar a cualquier precio. Iría evolucionando con el tiempo, pero sería esencialmente distinto a los demás toreros de su casa.

El corolario del festejo

Fue esta una tarde redonda, sin duda. Refiere don Jesús Gómez Medina:

La entrada, un lleno total. La exhibición ecuestre, de primera, el duelo musical tan constante como brillante... Verdaderamente todo resultó de primera: la Casa Pedro Domecq y Lalo Solórzano pueden ufanarse del gran éxito obtenido...

Todo de primera... Era lo menos que se podía ofrecer a tan ilustre homenajeado.

Epílogo

Entrevistado por los medios locales, Calesero declaró lo siguiente acerca de los acontecimientos sucedidos ese 19 de agosto de 1979:

Amigos, paisanos, duré mucho en esta profesión llena de emociones muy fuertes, pero como las de hoy, no he sentido nada igual, gracias a los que han hecho posible este homenaje, a la Casa Pedro Domecq y a todos los que intervinieron en él y si se me escapa alguno, perdónenme, pero estoy tan emocionado que no puedo hablar. Este es uno de los momentos más felices de mi vida...

Las celebraciones concluyeron por la noche, con una cena que el gobernador del Estado ofreció al torero y a su familia, así como a diversos invitados, en el Salón Versalles del Hotel Francia.

Aviso parroquial primero: Un extraordinario reportaje gráfico, obra de Armando Rosales El Saltillense, puede consultarse en el libro Alfonso Ramírez, El Calesero. El Poeta del Toreo, cuya versión digital está para consulta libre en esta ubicación. (Págs. 161 y siguientes)

Aviso parroquial segundo: Agradezco al personal del Archivo Histórico del Estado, especialmente a la maestra Dolores García Pimentel y al maestro Joaquín Chávez Pérez la ayuda y las orientaciones para ordenar esta serie de notas sobre los festejos agosteños en Aguascalientes.

Aviso parroquial tercero: Los resaltados en la crónica de don Jesús Gómez Medina son imputables exclusivamente a este amanuense, porque no obran así en sus respectivos originales.

domingo, 14 de septiembre de 2025

Aguascalientes en agosto: toros por la Asunción y la vendimia (y VI/I)

Aguascalientes rinde homenaje a El Poeta del Toreo

José Alfonso Ramírez Alonzo – así está escrito su nombre en su partida de nacimiento – fue hijo del farmacéutico Justo Ramírez Sánchez y de doña Rosa Alonso Parga, natural de nuestro Barrio de Triana, donde nació en el actual número 506 de la calle Cristóbal Colón. A invitación del entonces gobernador del Estado, Isaac Díaz de León, en el año de 1927, se forma una cuadrilla infantil con los muchachos que formaban en la llamada calle ancha o calle de la cárcel que se ubica al costado Poniente del templo parroquial del Señor del Encino, los hermanos Ramón, Rodolfo y Luciano Rodarte.

Esa cuadrilla infantil se integró inicialmente con Alfonso Ramírez y Rodrigo del Valle en calidad de matadores; y Ramón López, Manolo García, Juan Jiménez, y Rubén Ramírez como banderilleros. Se presentarían en la Plaza de Toros San Marcos el 27 de junio de ese año y por el éxito tenido, el gobierno estatal les repetiría varias fechas más.

Deshecha la cuadrilla, Alfonso Ramírez iniciaría su andar como novillero, consiguiéndose con la recomendación de los hermanos Francisco y José Madrazo, ganaderos de La Punta, su presentación en El Toreo de la Condesa para el primero de mayo de 1933, en un festejo de selección. Esa fue una tarde aciaga para él, porque el novillo que le tocó en suerte se le fue vivo y aunque exhibió su calidad al torear con la capa, a propósito de esa actuación, el influyente periodista Carlos Quirós Monosabio escribió lo siguiente: Alfonso Ramírez será torero el día que a las ranas les salgan pelos.

La suerte de Alfonso parecía estar echada, pero un comerciante catalán afincado en la Ciudad de México, Vicente Lleixá, quien había apoderado en su día a Julián Rodarte, observó aptitudes en él y se decidió a apoderarlo y a ponerlo a torear por las afueras, para prepararlo para volver a la capital. Es él quien le pone el mote de Calesero, con el que Alfonso Ramírez pasaría a la inmortalidad, y con él, le consigue la oportunidad de volver a El Toreo el 30 de junio de 1935, donde ante un encierro duro de Quiriceo mostró sus avances, lo que le permite repetir en el ciclo, hasta llegar al festejo de la Oreja de Plata, celebrado el 30 de octubre, cuando alternando con Chicuelín, Juan Estrada, David Liceaga, Eduardo Solórzano y Carlos Arruza, obtiene un resonante triunfo con el cuarto del festejo, Jardinero de San Mateo, llevándose a su casa el trofeo en disputa.

El 24 de diciembre de 1939, en el mismo coso de la colonia Condesa, recibirá la alternativa de manos de Lorenzo Garza, en presencia de David Liceaga, siéndole cedido el toro Perdiguero de San Mateo. Confirmará ese doctorado en Madrid, en la plaza de Las Ventas el 30 de mayo de 1946, cuando lidiando cinco toros de Arturo Sánchez Cobaleda y uno de Julián Escudero, Pepe Luis Vázquez, con el testimonio de Pepín Martín Vázquez, le cede los trastos a Calesero para dar muerte a Cejudo de la ganadería titular del festejo.

Calesero encabezó el escalafón mexicano los años de 1958, 1959 y 1960 y tuvo resonantes triunfos en las principales plazas del país. Aunque suene a ditirambo, el 10 de enero de 1954, en la Plaza México, el día de la reaparición de Armillita, el mordaz cronista del diario Novedades, Carlos León, postulaba a Calesero para un Premio Nobel del Toreo. Y eso, nada más cortando una oreja. En Guadalajara, decía don Ignacio García Aceves, después de su gran faena al toro Yuca de Tequisquiapan, el día de la alternativa de Paco Huerta: Si Calesero saliera así todas las tardes, sería el dueño del Banco de México... Y aunque en Cuatro Caminos, también fueron en la capital aquellas faenas a Trianero de Torrecilla y Príncipe de Pastejé. En pocas palabras, donde quiera que estuvo, Calesero dejó su impronta.

Calesero anunció su despedida de los ruedos para los días 13 de febrero de 1966 en su tierra natal y al siguiente domingo en la Plaza México, pero no dejaría de torear ni de mantenerse presente en el ambiente de la fiesta.

La XXV Feria de la Uva

Para cubrir la arista taurina de la Feria de la Uva de 1979, la Casa Pedro Domecq, en la que Calesero era uno de los encargados de las relaciones públicas, decidió organizar una serie de eventos para homenajear en su tierra al torero que puso su nombre en alto. Así, se elaboró un programa en el que para el domingo 19 de agosto se le recibiría en la estación del ferrocarril, se celebraría una misa en su honor en el templo parroquial del Señor del Encino, después se develaría una placa que señalaría la casa en la que nació y se dedicaría una calle de su barrio con su nombre, para por la tarde, celebrar un festival taurino en el que el propio Calesero y sus hijos actuarían en la Plaza de Toros San Marcos, a beneficio de las obras de un parque infantil que se levantaba al Oriente de la ciudad.

En la información previa de las celebraciones, publicadas en El Sol del Centro del día de los festejos, don Jesús Gómez Medina entre otras cuestiones relata lo siguiente:

Cuando este día, al filo de las 11:15 horas efectúe su arribo a Aguascalientes Alfonso Ramírez “Calesero”, dará principio la serie de festejos que nuestra ciudad tiene dispuestos en homenaje a uno de sus artistas más connotados... Encabezando el contingente de recepción, ahí estará el Prof. J. Refugio Esparza Reyes, Gobernador Constitucional del Estado y el Lic. Francisco Ramírez Martínez, Presidente Municipal... S.G.M. Marcela I, Reina de la XXV Feria de la Uva y su gentil cortejo... Acto seguido, Alfonso, su esposa la gentil Alicia y sus hijos y nietos, abordarán la calesa de la Casa Domecq, para encabezar el desfile a través de la ciudad... También formarán parte del cortejo los amigos y compañeros de su primera etapa: Rodrigo del Valle, Manolo García, Arturo Muñoz “La Chicha”, Rubén Ramírez, etc... Al llegar la caravana a la Plaza Principal, Alfonso y sus familiares descenderán del carruaje para recibir, en la puerta de la Catedral, el saludo y la bendición de nuestro Obispo, Mons. Salvador Quezada Limón... Posteriormente el cortejo proseguirá su recorrido por la calle de Colón, haciendo alto en la casa donde vio la primera luz “Calesero” ... Tendrá entonces la develación de la placa que señala ese hecho... Sin duda alguna, va a ser este uno de los trances más emotivos del programa... Nuevo recorrido y nuevo alto, ahora en el arranque de la legendaria calle de la Alegría... a muy breve distancia del recoleto Jardín del Encino... en este lugar va a ser descubierta otra placa: la que le otorga un nuevo nombre a la calle... que a partir de hoy se llamará “Calle Alfonso Ramírez Alonso”... Concluido este acto, la primera etapa del programa culminará en el Templo del Encino... Tendrá lugar entonces una solemne misa concelebrada, presidida por el párroco Cango. Urbano Rizo...

Al día siguiente de los eventos, Mario Mora Legaspi, entonces un joven redactor del mismo Sol del Centro, contaba como fue la llegada del torero a la estación ferroviaria:

Entre una gran expectación, en punto de las 11 horas de una mañana esplendorosa, digno marco para un festejo de esta índole, hizo su arribo la máquina de vapor número 650 de la Western Railroad, que llenó una brillante página del sistema ferroviario nacional... Venía arrastrando el carro número 4920 de las Líneas Nacionales, en el cual viajaron los integrantes de la familia Ramírez Ibarra... Fueron recibidos por el presidente municipal de la capital del Estado, licenciado Francisco Ramírez Martínez, quien también llevó la representación personal del gobernador J. Refugio Esparza Reyes... Inmediatamente después se inició el desfile que fue muy vistoso, pues se contó con la participación de la Banda de Música del vecino Estado de Zacatecas...

Por su parte, el entonces alcalde, Francisco Ramírez Martínez, al develar la placa que perpetuaba el nombre de Calesero en una de las calles de su barrio, manifestó:

Una sociedad como la nuestra, cimentada sobre una serie de valores morales, cívicos y humanos, solo puede aspirar a su permanencia en la medida en que haya hombres capaces de practicar con plena convicción esos valores; y en la medida en que sea capaz de reconocer a esos individuos que, con todos los atributos cívicos, morales y humanos, dignifican su existencia... El H. Ayuntamiento de Aguascalientes en sesión ordinaria del pasado día seis, acordó romper con la tradición que, en el barrio de Triana, encierra el nombre de la calle de la Alegría, para imponerle, en un acto de elemental justicia, el nombre de un ciudadano poseedor de reconocidos méritos, el señor Alfonso Ramírez Alonso... El H. Ayuntamiento encuentra en este ejemplar ciudadano, los atributos necesarios y suficientes para ofrecerlo como ejemplo a la juventud del Municipio... Reciba usted el reconocimiento popular a su entereza de hombre... el exhorto a continuar por el sendero que lo ha llevado al lugar que ocupa, sin olvidarse que en Aguascalientes se le admira y se le tiene como ejemplo...

Por su parte, don Rodrigo del Valle, que iniciara con Calesero su andar por los ruedos, entrevistado por don Jesús Gómez Medina, comentó:

Sí, Alfonso y yo comenzamos al mismo tiempo... Todo principió como juego... Era gobernador del Estado por aquellos años don Isaac Díaz de León, a quien le llegó el rumor de que se había formado una cuadrilla de pequeños toreros que lo hacían muy bien, fue a vernos acompañado de otros funcionarios... “le caímos bien”, como suele decirse y se convirtió en nuestro patrocinador y hasta en nuestro empresario... Alfonso, desde el principio, pintaba para torero elegante, estilista. Yo más bien me caracterizaba por la decisión para ir al toro...

El cronista de la ciudad, el profesor Alejandro Topete del Valle estuvo presente en todos los eventos celebrados alrededor del homenaje a Calesero, en una breve entrevista para El Sol del Centro, entre otras cosas, manifestó:

El homenaje a “Calesero” ha sido muy justificado, pues su destreza como matador de toros ha sido algo sin paralelo. Ha sido un torero que supo disfrutar el triunfo y que supo poner en alto el nombre de esta tierra, y lo que es más importante, ha sido un hombre recto, consciente de sus deberes cívicos, trabajador, buen esposo y ejemplar padre... La ciudad recibió con emoción a uno de sus hijos más queridos... Todos debemos estar orgullosos de que nuestro Estado cuente con hombres bien nacidos, que destacan en todas las actividades positivas, hasta en el difícil arte de la tauromaquia...

Todos los eventos hasta aquí relacionados tuvieron una muy buena afluencia de espectadores. El atractivo de ver a una máquina de vapor en funcionamiento, la recuperación de la tradición de repartir uvas a la gente desde las tolvas de los viñedos a los viandantes, los charros de las distintas asociaciones locales vestidos a toda gala acompañando a Calesero y a su familia junto con el atractivo de los caballos de la Casa Domecq y la Banda de Zacatecas en el recorrido y posteriormente, el cálido y cariñoso arropamiento que sus combarrianos dieron al diestro homenajeado. Fue una fiesta de todo Aguascalientes, no solamente de un puñado de aficionados a los toros.

Dejo aquí estos apuntes por el día de hoy, dada la extensión que van adquiriendo. El día de mañana concluyo con estos recuerdos, que, desde mi personal punto de vista, se refieren al punto más alto que alcanzó la arista taurina de la Feria de la Uva.

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